Nuestro cuerpo necesita recibir una cantidad constante de energía para poder funcionar correctamente. Esta energía normalmente la recibe gracias a la glucosa.
La glucosa es una azúcar esencial que actúa como combustible principal en la mayoría de nuestros órganos y tejidos. Comúnmente se conoce como «azúcar» y se obtiene de los alimentos que ingerimos.
Además, para no tener que estar continuamente comiendo, el cuerpo dispone de un mecanismo de almacenaje/recuperación de glucosa muy complejo. Gracias a él, guardamos parte de la energía obtenida al comer y lo hacemos, sobre todo, en hígado, músculos y grasa.
Por el contrario, al ayunar, al hacer una actividad física intensiva, en un cuadro infeccioso u otras situaciones que implican un mayor desgaste energético, nuestro cuerpo recupera la glucosa almacenada.
De este modo, nuestros niveles de azúcar en sangre se mantienen de forma constante dentro de un rango de glucemia que se considera «saludable».